domingo, abril 07, 2013

UN ESTADISTA PARA UNA NACIÓN ASALTADA, DESESPERANZADA E HIPOTECADA

UN ESTADISTA PARA UNA NACIÓN ASALTADA, DESESPERANZADA E HIPOTECADA Los dominicanos de buena voluntad y, que apuestan su futuro en esta tierra, estamos más que consternados por el deterioro de nuestra nación. Por doquier surgen escándalos de las indelicadezas, robos e hipotecas del futuro, hechas por la delincuencia comercial que controló el gobierno. A más de seis meses de un nuevo gobierno haber asumido el timón de la nación, aún no se decide a sacudirse las garrapatas que heredó. Volvemos a las andadas. Aquella aureola de esperanza que creó el discurso de toma de posesión queda atrás. Los acuerdos de mantener incólume a muchos de los causantes de la actual crisis, pueden más que la percepción de credibilidad tan necesaria para este gobierno. ¡Quizás por eso no se barrió con todos esos desagradables individuos cuando lo esperábamos! Más que compleja se puede catalogar la situación de República Dominicana. Las propuestas de soluciones a las ineficiencias de los mismos actores que han creado distorsiones, están precedidas por sus grandes oportunidades de negocios. Recuérdese el “plan decenal”, el fallido “barrio seguro”, el lobismo en torno a la construcción de la carretera Cibao-Sur y muchos otros tratos firmados en el pasado reciente. En todos, es historia “la búsqueda”. No tenemos en quien creer. La política y lo que de ésta se espera, la contradice. Los políticos, no son más que un conjunto de rufianes. Los ciudadanos, aunque no creen en ellos, los eligen en espera de ventajas individuales. Perdimos el sentido de lo social. El egoísmo traspasó las barreras de la intimidad familiar. Los hijos, ya son instrumentos de inverosímiles bajezas entre padres y de apoyo en la estructura judicial. Esto ha trascendido a individuos extraños con los cuales se negocia y hasta se extorsiona. El sistema judicial es un instrumento al circo, quienes juegan a hacerse las víctimas y a la protección de delincuentes mayores, de la competencia de aquellos de monta menores. Las últimas designaciones muestran el deterioro que existe en ese poder y lo que podemos esperar de él. Esa justicia, con su accionar, en muchos casos, incentiva a la incredulidad en ella y el país, la decepción y la desesperanza. Se muestra, como un grupo de letrados complotados, marionetas de envilecidos políticos, juegan con una nación. Tenemos de todo. Hasta un “revolcadero nacional de burros”, que se atreve a confirmar que firmó un contrato, lesivo para el país, que no se leyó. ¡Qué buena pela! ¡Por esos votamos! ¡Esos nos representan! ¡Allí están los honorables! Esos hoy quieren revisar el contrato. ¿Qué habrá pasado ahora? ¡Esos, son la expresión de la democracia! ¡Esos cobran mi dinero sin merecerlos y viven mejor que yo! ¡Si nos respetáramos, a esos se les debería apresar y darle una pela en la plaza de la bandera! ¡Oh suerte dominicana...! La ley, la justicia y el orden son administrada por cobardes, arribistas y traidores. La educación y formación, sea en los centros educativos como en las casas, son prostituidos por irresponsables, muy exigentes para con otros y liberales consigo. Sus hijos, por los cuales no están dispuestos a sacrificarse, se lo tiran a la escuela, a la cual demandan lo que no son capaces de dar. ¡Pagan sus cuartos para quitarse el problema de lidiar con la atención, dar costumbres y domar los desenfrenos de sus descendientes! ¡Así si es fácil...! En ese escenario de búsqueda de “pendejos” para cargarles la culpa de nuestros vicios y debilidades, es que los políticos desgobiernan. Esa son las condiciones en que se desarrolla la llamada democracia de la cual tanto nos hablan. Para nada, las opiniones o pareceres de los que reciben los embates de las políticas que se asumen, son tomadas en cuenta. Unos sinvergüenzas, van aumentando su influencia y poder económico, en la medida que son partícipe de mediadores en las crisis cíclicas que se presentan. De forma urgente necesitamos un estadista. Ya basta de pajaritos en el aires, María estaba lavando..., robos, desgobiernos y entrega de los recursos nacionales a empresas e intereses extranjeros. Es necesario poner control a todos estos leguleyos que están dispuestos a defender a quien sea que les pague, vender sus conciencias y hasta el refajo de sus abuelitas. Alguien o algo, debe ponerle control a estos, llamados empresarios, individuos sin identidad, enemigos de la población y su país, de los cuales se lucran. Necesitamos a alguien que esté dispuesto a asumir la política para ponerla a disposición del bien común. Esta persona debe conocer las necesidades y posibilidades de nuestro pueblo. Conocedora de las posibilidades, debe, con firmeza, enfrentar las necesidades. No debe ser pusilánime ante las tomas de decisiones. Escoger los individuos más desprendidos, amantes de su nación y en condiciones de trabajar, para que los acompañen, debe ser la mejor actitud a corto plazo para rescatar el país. Debe ser firme. Adoptar posiciones que se marquen y mantengan en el tiempo. Muchas medidas impopulares, incomprensibles, ataques tendrá que tomar y recibirá quien se decida romper esta tradición de tener que contemporizar, temer o sacarle provechos a los poderes fácticos que sostienen este desorden. Después de estar bien acompañado, debe ser responsable y exigir responsabilidad. Su objetivo final debe ser detener el grado de deterioro de la nación y rescatar el otrora orgullo nacional. Para esto habrá que dignificar la vida del pueblo. Se hará tangible esto, cuando el individuo deje de ser un simple instrumento del mercado y la salud, educación el derecho a la producción y los recursos del país nos lo hagan sentir como propios. ¡Esperamos ese estadista!