lunes, noviembre 27, 2006

PERFIL DEL MAGISTERIO DOMINICANO

PERFIL DEL MAGISTERIO DOMINICANO

Toda naciĂłn que se respeta, es celosa de su cultura. Sus intereses son particulares. La defensa de estos, lo realiza a travĂŠs de filtros que cuidan el aporte para el bienestar de sus nacionales. Tienen instituciones que velan para que el roce con otras naciones no sea vejatorio para ella y que su desarrollo sea integral, sin afectar su idiosincrasia. Es para estos quehaceres que se forman los equipos que llamamos “magisterios nacionales” La inversiĂłn en educaciĂłn se encamina a los mĂĄs jĂłvenes a travĂŠs de esos equipos especiales. Sin ellos, difĂ­cilmente se pueda hablar de futuro.

El magisterio dominicano muestra un perfil que estĂĄ condicionado por las fuerzas vivas con las cuales el interactĂşa: el alumnado, sus padres, el ministerio educativo, la sociedad y los conflictos internos en el seno de las escuelas. Cada uno de estos, tira para su lado. El alumnado, apĂĄtico y ensimismado en sus intereses individuales, considera que el educador que le exige que estudie es su enemigo; le cogiĂł con ĂŠl. Los padres, con raras excepciones, vuelcan sus responsabilidades sobre los profesores, de quienes se refieren y tratan sin consideraciĂłn; como si fueran sus domĂŠsticas. La SEE, en los problemas de rendimiento escolar, solo lo enfoca con el clichet de que se busquen estrategias; mientras en las instancias trata a los educadores como borregos y con los sueldos desincentiva todo interĂŠs de ellos por avanzar. La sociedad, crĂ­tica, ciega, exige mucho de sus educadores y del producto que de ellos emana, pero no ayuda, no le interesa como viven a quien exigen. Todo tipo de conflictos internos y contradicciones coronan el acontecer magisterial; desde los simples celos, hasta las divisiones polĂ­ticas y arribistas, manifiestas en la ADP.

Todos los sectores arriba mencionados convergen en acusaciones contra el magisterio. De todo dicen. Hacen comparaciones con los educadores de aĂąos atrĂĄs. Resaltan la entrega, el filantropismo y la vocaciĂłn que caracterizaba a quienes les educaron. Filtran u olvidan el contexto histĂłrico de unos y otros de los evaluados (en que se desenvolvieron). No mencionan que allĂ­ donde hay maestros circunspectos, esos crĂ­ticos de pacotillas, se parapetan paranoicos y muchas veces con acusaciones perversas y malsanas, en defensa de hijos que no son capaces de darle seguimiento. Todo y todos actĂşa contra estos maestros. Sus alumnos y sus compaĂąeros, los padres de estos, la direcciĂłn, su familia, todo el sistema educativo, les acusa de rosca izquierda, atrasados, psico-rĂ­gido y cuantas cosas mĂĄs.

El magisterio no ofrece satisfacciones. Encuentra mucha ingratitud. DifĂ­cilmente de la sensaciĂłn de realizaciĂłn. En cambio hace surgir el resquemor de que se trabaja para el sin sentido. Para personas que no estĂĄn dispuestas a crecer ni intelectual ni moralmente, mucho menos a cambiar malas actitudes.

Aunque hoy los docentes reciben mejor remuneraciĂłn son menos reconocidos, no son tomados en cuentas. MĂĄs bien se sienten y son anquilosados. Ayer estos eran considerados, admirados y respetados. En el aula eran lo mĂĄximo. Sus alumnos tenĂ­an un alto concepto de ellos. En las calles querĂ­an hacer las veces de alfombras, para que sus mentores pisaran seguros y no tropezaran. Hoy, en cambio, son menospreciados y despreciados en el aula. Sus educandos y los padres de estos los consideran como enemigos. En las calles, voltean la cabeza, para no verles. Hacen todo lo contrario si lo ven realizar una acciĂłn que sea cuestionable. Por eso, en sus puestos de trabajo, son maltratados, en las calles ignorados y en el futuro serĂĄn lanzados “como burro cansados
a la sabana”, hacia sus casas.

Los profesores en sus centros de trabajo estĂĄn como las plantas que se siembran en lugares pĂşblicos, cada transeĂşnte que pasa, le arranca una hoja o un ramo. Tanto en el caso de las plantas como en el de los educadores, se da, que los mĂĄs necesitados, son los mĂĄs despostas, los mĂĄs interesados en destruir aquellos que les puede dar provecho. En el sector pĂşblico como en el privado, en todos se multiplican situaciones que antes se podĂ­an resolver fĂĄcilmente pero que hoy acarrean verdaderos trastornos.

Los maestros sufren muchas tensiones. La presiĂłn arterial y las enfermedades relacionadas con el corazĂłn les estĂĄn diezmando. El SEMMA, deberĂ­a dar los datos relacionados con el agravamiento de la salud del magisterio nacional. El irrespeto en que ha caĂ­do la relaciĂłn interpersonal en el paĂ­s, tambiĂŠn llegĂł a la escuela. Los niĂąos que en sus casas no han tenido apresto de educaciĂłn hogareĂąa, en la escuela son verdaderos tormento. No se someten a nadie. Le estrujan a sus profesores, en los centros privados, que “pagan sus cuartos”, en los pĂşblicos, por lo bajo, dicen que “esos profesores si joden”. Tales soberbias varias veces al dĂ­a, maltratan el hĂ­gado, el corazĂłn y el sistema vascular de los profesores. DifĂ­cilmente el maestro pueda castigar la ofensa o colocar el bien ganado sambenito al alumno trasgresor.

Golpeado y manipulado por doquier, el educador, ha optado por sobrevivir. Actitud peligrosa para la sociedad ya que esta no estĂĄ dispuesta a encaminar el futuro sino a dejarse llevar sin ofrecer resistencia. Enajenados, dĂ­as tras dĂ­as imparten sus clases mecĂĄnicamente obviando aquellas situaciones que puedan provocarle conflictos. ÂĄSi los colegios y la SEE quieren que disminuya la repitencia y suban las calificaciones, eso les dan! ÂĄSi no quieren, no les causa gran preocupaciĂłn! Esta importante porciĂłn del magisterio, al parecer, entendiĂł cual es su rol en los nuevos tiempos. No se inmutan fĂĄcilmente y aunque alguno vea lo descabellado de las jĂłvenes generaciones, plantean que “con ellos no perecerĂĄ la naciĂłn”.

Las serias y complejas debilidades que viven y florecen en los profesores dominicanos se manifiestan en las grandes asambleas. Estas afloran por los intereses a posiciones de delegados a la cooperativa o cuando se acercan las elecciones en el gremio profesoral. Las contradicciones, los chismes, las discusiones y las zancadillas, se adueĂąan de la cotidianidad de los profesores en las escuelas. Se reactivan las diversas corrientes magisteriales que confluyen en la ADP en un ir y venir a los centros educativos. En algunas ocasiones muchos olvidan su condiciĂłn de maestros y quieren sacrificar su clase. Las grandes asambleas, verdaderos jolgorios, han convertido a estas en muchas ocasiones, en literales campo de batallas donde algunos profesores lo han tomado para mostrar sus artes pugilĂ­sticas.

En la sede y sus dependencias, en el SEMMA y en la cooperativa, con regularidad los maestros son vejados. Esto es provocado, por la mala sintonĂ­a entre los que ofrecen servicios a los maestros y estos. Los profesores alegan que los empleados de estos lugares se creen dueĂąos, no respetan y los irrespetan. Los empleados dicen que los anteriores son groseros, altaneros y difĂ­ciles de tratar. Estos Ăşltimos se encargan de difundir en la poblaciĂłn lo mal educados que son los profesores. ÂĄA esto hay que ponerle atenciĂłn!.

A pesar de que los empleos de maestros son los mĂĄs estables, en cada cambio de gobierno estos reciben embestidas que agrava su situaciĂłn. Los movimientos y fiscalizaciones cada cuatro aĂąos, aunque dicen venir a mejorar su situaciĂłn, la han empeorado. La incredulidad ocupa cada vez mayor espacio en la mente, espacio de trabajo y el futuro en educaciĂłn. El circo polĂ­tico de acusaciones y contraacusaciones, despido de empleados de apoyo, ascensos y despidos de directores y algunos profesores desestabilizan todo el sistema educativo.

Lo mĂ­sero de los sueldos y la manipulaciĂłn que se hace con este tema, crea inconformidad en el seno magisterial. Es difĂ­cil para cualquiera, despuĂŠs de sacrificarse por el bienestar de los hijos de otros, no poder suplir las necesidades bĂĄsicas de sus vĂĄstagos. La cooperativa, probablemente es el eje que sostiene al magisterio nacional. Ciertamente esta solo les ofrece la oportunidad de alquilar sus sueldos, pero, solo asĂ­ los educadores pueden satisfacer algunas necesidades perentorias. Ningunos de los organismos representativos toman en serios las enfermedades y la jubilaciĂłn del docente. Casi siempre estas los encuentran desprevenidos. Dan pena los pensionados de educaciĂłn. Los tienen como golfos cada vez que tienen que pagar la pensiĂłn. Los tratan como si estuvieran pidiendo.

Si no tenemos un magisterio sano, difĂ­cilmente podremos hablar de camino al desarrollo. La situaciĂłn calamitosa en que viven los educadores dominicanos frena todo interĂŠs por el conocimiento en el alumnado. SincerĂŠmonos, hace falta dignificar la profesiĂłn y la calidad de vida de quienes cargan y han cargados en sus hombros con la formaciĂłn de las jĂłvenes generaciones. CerrĂŠmosle el paso a esas estructuras organizativas caducas y mezquinas que nos impiden crecer. ÂĄAyudĂŠmosle a modernizarse y crecer!

Los momentos actuales demandan de una definiciĂłn clara sobre las competencias que deben dominar los estudiantes. No es comprensible que un estudiante de cuarto bachillerato e inclusive de la universidad, pasando todos los cursos anteriores, no conozcan bien ciertas letras del abecedario, tengan dificulta al cantar el himno nacional o no puedan realizar operaciones matemĂĄticas simples. Todos debemos hacernos este cuestionamiento y ver que estĂĄ pasando. Esta no es una situaciĂłn de dinero, ni nada por el estilo. Como paĂ­s, de esa forma con tantas deficiencias, no llegaremos a ninguna parte. ÂĄSi queremos, dividamos la escuela entre los que quieren pasar por ella y los que quieren que esta pase por ellos!

SerĂ­a bueno que los crĂ­ticos atroces que tiene el magisterio abran espacio donde se puedan enterar de las verdades e intrĂ­ngulis del magisterio. Desde las casas u oficinas, fresquesitos, es fĂĄcil criticar. Luchemos para tener un mejor cuerpo profesoral. Para que los hijos de los maestros no sean los peores en las aulas, por el poco tiempo que estos les dedican. ÂĄDevolvamos el orgullo que otrora tenĂ­an los maestros!

Es tiempo ya de ponerle freno a la actitud que cada dĂ­a se adueĂąa de la inter-relaciĂłn maestro-alumno, en la cual el docente se muestra con mucho temor de sus discĂ­pulos. Recordemos toda la carga de maldad que se esconde detrĂĄs de muchas frustraciones y derechos que hay que aprovechar. La situaciĂłn aĂşn es manejable. Rectifiquemos entuertos. Estar promoviendo estudiantes sin meritos, solo porque pagan, porque tienen problemas o por no asumir responsabilidad social, ya ha creado un problema peor que la repitencia: la mayorĂ­a cree que otros deben aprobarlos y ellos no asimilan ninguna responsabilidad.