jueves, diciembre 11, 2008

CAMINO DE LA VIOLENCIA EN R.D.

CAMINO DE LA VIOLENCIA EN R.D.

Los últimos quince años han sido de frustración para la sociedad dominicana. Sobre todo en el orden moral. Buscando una solución a la gerontología que presentaban los viejos caudillos nos decidimos por un joven con su equipo joven, que nos trajo más de lo mismo... incluso peor. Cambiaron el país. Lo convirtieron en un lugar donde nadie cree en nadie, apto para los más descarados, donde los problemas ancestrales lejos de solucionarse se agudizan mientras ellos, en los medios de comunicación...muestran lo que son.

La imposición de un invento como fue la capitalización de las industrias del Estado les dio el golpe de gracia a estas aniquilándolas y dejando en la inopia a todos los que de ellas dependían. Como siempre, el Estado perdió, los más vivos sacaron provecho y los más pobres tuvieron que salir a desandar, dejando sus parajes. Como el ser humano, no se deja morir así por así, este factor se junto con las deportaciones de dominicanos del exterior. La juventud empezó a accionar delinquiendo.

Por acción de causa-efecto los “encargados del orden” adoptaron la desde los tiempos del Jefe fácil medida de eliminación física de individuos. Estos pasan a llamarse “intercambio de disparo”. En los primeros momentos, las preocupaciones por el auge de la delincuencia no eran significativas. Las acciones de estos individuos se circunscribían a los barrios y estaba focalizada en personas conocida. Luego esto vario. Se incorporan muchos adolescentes por lo que le es difícil a las autoridades conocer las procedencias de muchas acciones, ya no solo en los barrios sino que tocan a lugares y personas privilegiadas.

Estas muertes extrajudiciales y lecciones permanentes a jóvenes, lejos de cumplir con el cometido de frenar el auge de la delincuencia la ha incrementado. Muchos mozalbetes ven como heroísmo a imitar el que en sus barrios haya “torontontones” que atemoricen a la población o hayan realizado muchas tropelías. Por eso muchos se enganchan a esa vida de aventuras, sin importarles las consecuencias. ¡Total, con una sociedad que les muestras el buen vivir y les niega las posibilidades de alcanzar esta! ¿Para que esforzarse si hay formas más rápidas de conseguir lo que se necesita sin muchos sacrificios y la sociedad lo aprueba?

Muchos soñamos. Creemos que la delincuencia y los delincuentes vienen de otra parte. No queremos admitir que estos son productos de la violencia que nos embarga. De esa violencia que generan papa, mama y los hijos en el interior de lo que debe ser la familia. De la que genera la escuela al no cumplir su rol. De la que genera la comunidad al darles la espalda a sus integrantes, sobre todos a los más jóvenes. De la que genera, la soledad a la que son abandonados los hijos. De la que genera la falta de ejemplos idóneos a imitar por la juventud. De la que genera las luchas entre los políticos. De la que genera los que han hecho de su profesión hacerse las victimas o vivir del cuento.

Escuela sin igual, para el auge de la violencia ha significado el no sometimiento a procedimientos prudentes, claros y ajustados a las leyes, por parte de quienes deben velar por el orden. Al parecer la justicia carece de leyes, jurisdicciones o estamentos a los cuales deban responder aquellos que actúan en su nombre. ¡Ya no bastan las palabras de quienes han hecho de la expresión “intercambios de disparo”, ajusticiamientos extrajudiciales! Ante el mundo parecemos unos bárbaros. Ante la población ... nos creen bobos. ¿Quien quita que aquellos que tras la sombra manda a aniquilar, se conviertan en amenaza para la sociedad? ¿O, salgan inteligentes y se “alcen con el santo y las limosnas”? ¿O que aquellos, que obran por mandato, su sed de sangre, creada, cueste más a la sociedad que el problema que se quiso resolver?
La más brutal de la violencia la han creado los políticos y los grupos que estos aúpan. Al parecer el único que “los mantuvo a raya” fue Trujillo. ¡Por eso su afán en desconocerlo en todas sus facetas! Después de la muerte de este, casi todas las instituciones por él creadas, las que no han sido destruidas, son diezmadas por quienes les sustituyen. ¡Qué pena! ¿El Jefe cometió mas desmanes, robos, muertes y abusos, que los que les han sustituidos en ya casi cincuenta años después de su muerte? ¿Acaso no es motivo de preocupación la ligereza con que se sabe, se dice y asume, que muchos individuos, han utilizados los gobiernos para hacerse millonarios? ¿No sabe usted que los bienes del Estados, sobre todo la tierra, son botines que se reparten los que han administrado el Estado para asegurar sus pensiones?

El cambio de una economía basada en la producción agrícola a una de servicio nos ha traído serias dificultades. Hoy nuestros ciudadanos no se pueden movilizar por muchas playas. Los hoteles han cerrado y puestos guardianes “a sus playas”.Esos centros de descanso y sus alrededores son lugares donde “muchos se la buscan”, se practica todo tipo de perversidad y se comete innumerables tipos de abusos. Muchos encuentros entre nacionales y extranjeros han dado origen a formación de nuevos núcleos familiares entre personas de diferentes nacionalidades. También estos roces, han formado falsas ideas sobre la vida en los países de quienes nos visitan.

En búsqueda de una mejor vida, muchos han emigrado. Con ellos y sus ilusiones ha volado su familia y estabilidad. Esposos, esposas e hijos de estos, en muchos casos, se sientan a esperar como polluelos, lejos de convertirse en más diligentes sumando a las remesas que les llega. Es sorprendente el parasitismo que de esto se ha degenerado. Muchos hombres y mujeres olvidan sus deberes y se dedican a consumir lo que otros mandan. Muchos adolescentes, repudian la escuela ya que tienen lo que necesitan.

La época en que por doquier nos hablan de derecho y conocimiento, es exactamente la que produce los individuos más violentos y desconocedores de los demás. Sin temor nos atrevemos a decir que la lucha de los derechos es la de un sector de la sociedad que igual que los políticos, ha encontrado la formula de enquistarse, para ganar buenos sueldos. Nunca antes, esta sociedad estuvo matizada por un nivel tan alto de violencia como ahora. Los peores individuos han impuesto unos códigos que resquebrajan la tradicional familia dominicana. Les están dando la razón a la Biblia cuando dice que “llegara el tiempo en que no habrá hijos para padres ni padres para hijos”. Todo esto, por la defensa de este sector de imitar a otras sociedades que tienen sus estilos de vida, tienen los medios para controlar las situaciones que se presentan...y viven así.

El problema de la violencia es serio y cada vez se agrava. A pesar de que todos sabemos la procedencia de esta, las autoridades al planificar acciones para controlarla siempre lanzan los dardos para otro lugar. La continuidad de políticas tibias, creara tanto poder en la delincuencia ya organizada, que cuando se quiera enfrentar será una verdadera amenaza como se manifiesta en algunos países. Llama a preocupación la información, no confirmada ni negada, de la utilización de la delincuencia organizada por parte de los tres principales partidos en una de las últimas elecciones.

Significativa es la presión que sufre la población por las cadenas de distribución de los productos de primera necesidad. En estas redes vemos individuos que son verdaderos parásitos. Empobrecen a quienes ellos les compran y a quienes les venden. En los campos y en el exterior adquieren los productos a precios irrisorios y los comercializan a precios que exceden las normas morales de ganancia. ¡Para subir los precios de los artículos, nadie tiene que decirle nada, solo las leyes del mercado! En cambio, cuando las condiciones cambian y hay que bajar los precios, surgen las excusas, se olvidan las leyes del mercado.
Una única solución utilizan nuestros gobiernos para adormecer a los consumidores cuando estos se quejan por los abusos de los comerciantes, decir que “van a tomar medidas”. Estas nunca llegan a concretarse...la gente deja caer las voces y los brazos. Se siente defraudada, desamparada y huérfana. Cada uno desde su posición actúa para si, en contra del otro. El chofer contra los pasajeros, estos contra sus iguales y contra los choferes. Actuando así, hacemos creer que siempre los otros son los culpables de la situación que nos aqueja. Nunca reconocemos nuestra participación y parte de responsabilidad en el desbarajuste que nos embarga.

Si el dominicano siempre ha sido arisco, ahora esta actitud esta en la cresta. Nuestros dirigentes, que nos han llevado hasta allí, se dan cuenta. Para realizar sus actividades proselitistas ya no bastan las palabrerías demagógicas. Si no hay dinero, no pueden realizar sus movimientos. Cada cual “quiere lo suyo”. Solo en esta época las comunidades consiguen que se le hagan algunas obras. Estamos en momentos en que “yo te doy, tu me das”. La falta de credibilidad nos hace dudar de todos los proyectos que se nos presentan. En todo vemos el fantasma de la ventaja que busca el otro. Si no hay nada para nosotros nos preocupa poco los buenos objetivos que se planteen o que se persigan. Todo lo vemos traducido a dinero.

Los medios de comunicación cada vez se alejan más de nosotros. La televisión en su afán práctico mercurial más que educar, informar y entretener, es la principal promotora visual de los antivalores, la tergiversación de la información y la vida plástica. La radio, explota la chabacanería y la llamada expresión joven de música urbana. La prensa escrita, muchos anuncios, concursos millonarios, deporte y poco de lo otro. El Internet es utilizado, principalmente para chatear, ver pornografía y cuando los profesores ponen tareas los estudiantes hacen un copy-paste.

Muchas de las practicas modernas del diario vivir, lejos de liberarnos nos están creando mucho estrés, ansiedad y violencia. Observe la rapidez con la que llevamos la vida y la relación de esta con la familia. ¿Dónde dejamos esta en nuestra correría? Piense... ¿Nos hace mas feliz esa sed de dinero que nos mueve y no nos permite muchas veces ni dormir? ¿Cuales son las causas principales de los conflictos cotidianos que tenemos? Nos miramos y nos desconocemos. Las enseñanzas de nuestras abuelas la hemos tirados al zafacón. Nos creemos muy sabios. Sin embargo... todo lo queremos resolver con terapeutas o psicólogos, personas que ellos mismos tienen más problemas que nosotros.

No Podemos seguir con el derrotero que llevamos. ¡Estamos tocando fondo y a nadie le importa!
A las autoridades menos. La facilidad de acción que tiene la delincuencia y la violencia, es fruto del deterioro y la irresponsabilidad que subyace en el seno de lo que debe ser la familia. Entonces, es a esta primero, a la que hay que rescatar. Debemos insistir en el fortalecimiento de los hogares que aún nos quedan y en la formación de familia más fuerte y entregadas.

Es hora de que las instituciones que desde siempre jugaron un papel de asesoras, acompañamiento y estrechamiento de lazos entre parejas, retomen su papel. Las iglesias aun tienen mucho que dar. Los cursillos, las convivencias, las charlas, las reuniones de parejas, pueden contribuir a bajar los niveles de desidia, de desorientación e infelicidad que hay en nuestras casas. Por igual, la reactivación de los clubes culturales haría su aporte acercando a la juventud, con el estudio y practica, de los ya casi perdidos elementos y rasgos culturales que aun nos identifican.

Los cabildos también pueden hacer aporte como es el de crear mecanismos que coadyuven en la solución de conflictos: dificultades de parejas; casos de niños realengos, para llamar a los padres y corregir esta situación; los chismes; las envidias y otros casos menores. Con la ayuda de las gobernaciones, las asociaciones campesinas deben agenciarse la creación de centros de acopios de sus productos y vehículos para, si es necesario, colocar estos en los principales mercados del país. Deberíamos crear un espacio en la web para colocar los intercambios de disparos que día a día escuchamos y que no se nombran. En este se podrían leer las investigaciones realizada por las autoridades judiciales sobre cada caso y las opiniones de particulares que lleven luz sobre los hechos que allí se tratan.