martes, noviembre 05, 2013

EL IMPACTO DEL ASISTENCIALISMO EN LA CULTURA DOMINICANA

Salvo honrada excepción, el toque mágico d los gobiernos dominicanos de los últimos 50 años, ha sido el asistencialismo. Más que preocuparse por crear y generar condiciones que motiven el vuelo de las ideas y el emprendedurismo, se insiste en hacer ver a las administraciones públicas como las únicas capaces de resolverles las condiciones de existencia materiales a los individuos. Nos atrevemos a decir que el dominicano, profesional o no, lo han convertido en minusválido mental. Tiene miedo a pensar. Mucho más a actuar. Aún aquellos que tienen empresas y supuestamente tienen sus problemas resueltos, andan detrás de los contratos con los gobiernos. A pesar que muchas veces les paga tarde, les permite todos tipos de trucuñuelas y faltas. Incontables son los que viven tras la caza de estas oportunidades. ¡Muchos son los millones que se movilizan en su búsqueda! A los más pobres y desvalidos los han tenido como pichones: esperando a que papá gobierno les traiga el alimento. Programas como la “Cruzada del amor”, la creación de botellas (trabajos improductivos) en las instituciones gubernamentales y los operativos de trabajos navideños, adormecieron la lucha por el empleo. Cabe mencionar con verdadero énfasis la destructora de conciencia y tan esperadas “funditas”. Los cambios de partidos en el gobierno no representarón cambios significativos en este entramado e inmisericorde creador de miserias humanas. A sabiendas que los partidos gobernantes no tienen intención de cambiar este círculo empobrecedor, los electores se adhieren a ellos buscando, de forma individual, lo suyo. Lo de todos, lo social, importa poco o no importa. Autodestruimos el Estado. Sus instituciones las volvemos infuncionales. La falta de los servicios o la deficiencia de estos, nos convierte en pedigüeños del presidente. A pesar de las críticas de la oposición al partido de gobierno por el asistencialismo en su política, cuando estos llegaron, muchas veces con matices peores, continuaron estás prácticas. Programas como INESPRE, que nacieron con la intención de incentivar la producción agrícola y el consumo urbano, ha sido desvirtuado. La politiquería y los favores lo han colocado en manos de irresponsables que van allí a resolver la situación de grupitos en detrimento del productor y el consumidor. La ampliación de la cobertura escolar no independizó al ser de esta tierra del gobierno de turno. Todo lo contrario. Siendo el Estado el mayor empleador y con unos empleadores privados con anodinia, que con palabras desean y plantean la necesidad en supremacía en la creación de empleos, mas, con los hechos, son tan dependientes de los gobiernos como el más pobre, la situación de la población económicamente activa es calamitosa. No crean suficientes ofertas de trabajo, mucho menos de calidad. Da pena, ver un joven, después de terminar la universidad, tener que andar tras el político del barrio, muchas veces analfabeto, para que le gestione con sus compañeros del gobierno un empleo de sueldo irrisorio. En esta telaraña por conseguir una simple carta del comité de base, se pierde la vergüenza, los zapatos y la escasa ropa, al tener que pordiosear por pasajes, hacer curriculum, buscar papel de buena conducta y tener que soportar las actitudes altaneras y groseras de otros jóvenes que, rápidamente olvidaron el trajín del que busca empleo. Encontramos las explicaciones más seguras en el estilo de vida implantado por el asistencialismo a las actitudes presente ante el estudio, el trabajo y las dificultades de la vida. ¡Casi nadie quiere coger lucha! ¡Nadie se quiere matar por nadie! Todos quieren una botellita. ¡Dizque caen bien…! ¡Siempre es más fácil echarle la culpa a otros de lo que hice o dejé de hacer, especialmente si eso nos afecta! Los políticos no han entendido lo dañino de su proceder. No se sostiene más en el tiempo el seguir dejando caer migajas de lo que se hurta al Estado. Planes como la “Tarjeta Solidaridad” y otros que se urden, supuestamente para ayudar a los pobres, son cultivos de miserias humanas y representan capital político para sus perversos creadores. Sólo la negra conciencia de individuos inhumanos permite sacar provecho del hambre, la inocencia y la desesperanza. La mantención de este sistema que prolonga la pobreza y la hace dependiente directa del gobierno central y los políticos regionales, es de capital importancia para sostener lo que la gente dice “…para salvarse uno deben joderse otros”. Los legisladores, supuestamente representantes de las provincias y comunidades lo descubrieron y asumieron. Por esto defienden con tanta fuerza sus programas sociales, sus ONGs y su barrilito. ¿Creen que sin estos habría tanto interés en ser legislador? Los cercanos a estos, ante las precariedades, defienden estar pegados a la ubre de la ternerita local. Esta estructura, que solo benéfica a los más vivos, ha acabado con los servicios de salud, educación, transporte y otros. Como quien no quiere la cosa, a esos lo han puesto en manos de compañeritos y empresarios carentes de ética. Juntos, “macos con cacatas”, han elaborados normas que justifican y legalizan todas las vagabunderías que se les ocurren. La población está anestesiada. Cuando algún sector protesta, por las consecuencias del asistencialismo, inmediatamente aparecen las voces que no son capaces más que defender estas iniquidades, haciendo creer que hay otras formas de protestar. El grado de deterioro alcanzado nos dice que es imposible una solución armoniosa a esta sinrazón. Es imposible seguir sosteniendo el país sin un Estado que defienda a sus ciudadanos, les cree posibilidades de desarrollarse y estas sean fuentes de riquezas para todos. Si los más pobres, al estar como zombis no reaccionan, al menos lo intelectuales deberían denunciar el grado de deterioro que nos aqueja.