martes, noviembre 20, 2007

DIOS LOS CRIA...ELLOS SE JUNTAN

DIOS LOS CRÍA…ELLOS SE JUNTAN

Los dominicanos hemos perdido la credibilidad. Aunque participamos y apoyamos las actividades en pro de los damnificados y a favor de la recuperación de los sectores afectados de la “tormenta Noel”, sentimos que se nos manipula, se nos engaña; vemos las sombras de las manos de más de un avivato, que toca lo que debe ir a quienes peor quedaron. Las miserias que nos arropa nos llevan a una especie de barbarie moderna.

La falta o necesidad de visión de futuro empuja a muchos a actuar como sanguijuela. Da pena, en estos momentos, escuchar los términos, desvíos y robos de las ayudas a los damnificados. Parece que la campaña electoral, de una u otra forma, estará salpicada por el manejo de la incertidumbre y la miseria incrementada con el reciente fenómeno atmosférico.

Nuestros dirigentes, de todas las banderías, podrían ahora hacer mucho, si se lo propusieran. No tienen interés y, antes de ponerse de acuerdo, juegan a explotar los errores de los otros, para sacarle provecho político. Mientras tantos, crecen las enfermedades, el hambre y de seguro se incrementará la delincuencia en el país. ¡Como siempre, las culpas recaerán sobre los que solo son receptores y no tienen voz!

Aunque resulta increíble, a la gente del común se le torna muy difícil organizarse, ponerse de acuerdo. Lo contrario sucede con los empresarios, políticos, seudo-sindicalistas y delincuentes. Todos los anteriores encuentran los puntos de afinidad a sus diferencias con facilidad en pequeñas reuniones o en mesas de negociaciones. Es exactamente esta situación –la falta de identificación, enfoque planificación de táctica y estrategia de objetivos nacionales_, la que crea este vacío, esa sensación de orfandad y da esa posibilidad a los dirigentes de no actuar como deben, de engañar y justificarse.

Todos los sectores mencionados tienen las características de que sus acciones grupales rara veces favorecen a la población. Tienen la capacidad de dividir a esta por medio de compras y dádivas. Sus intereses son los del pueblo solo cuando a través de este pueden conseguir exenciones. Fuera de estos, todos son rapaces y despiadados; llegan al extremo de querer sacrificar las cosas que deben permanecer sagradas.

Esta plaga que poco a poco diezma las fuerzas morales y los recursos de la nación, tiene una especie de imán que atrae a sus iguales cuando uno de sus componentes se desplaza a un área diferente a la que accionaba. Por diferentes vías estos se agencian el control de las instituciones. Las leyes las han convertido en trajes a sus medidas, cuando no, les hacen los arreglos de lugar. La formación de las diversas superintendencias y lo astronómico de los sueldos, entre otros, dice por dónde andamos. Los círculos o anillos de poder, tan criticados a los gobiernos de Balaguer, se extienden por doquier como verdolagas después de la lluvia. Estos se convierten en la amenaza más directa contra el desarrollo y la incorporación de la juventud a los puestos de trabajo.

Aunque se habla de crecimiento económico, este se manifiesta en un reducido sector. Parejo a los grandes lujos de jeepetas y grandes dispendios de quienes sustentan el poder, crece el hambre, las enfermedades, se amplia la confusión entre el derecho individual-personal y el ajeno y nuestros deberes para con el medio en el que nos desenvolvemos. Agrava la desesperanza la existencia de una prensa que se expresa con la voz de quienes mejor les paga. Esta se adormece con las migajas que les dejan caer a dos o tres comentaristas y periodistas, que los pone económicamente por encima de los demás.

Se hace perentorio retomar los mecanismos de ascenso de una sociedad que aspira a avanzar. El orden establecido por los partidos de ha convertido en un fraude, divide la sociedad y acrecienta las desigualdades. Es hora de que las buenas costumbres, entre ellas la responsabilidad y la honradez se levanten como estandarte de lo que queremos. La escuela debe orientar sus esfuerzos, no en las aspiraciones de los sectores más perversos, sino en las verdaderas aspiraciones y necesidades, con las posibilidades que tenemos. ¡Qué esta vuelva a representar la vía por excelencia hacia la superación y ascenso tanto económico, cultural, sí como social y políticamente!