martes, septiembre 13, 2011

LA FIEBRE PORCINA AFRICANA Y LA ISLA DE LA HISPANIOLA

LA FIEBRE PORCINA AFRICANA Y LA ISLA DE LA HISPANIOLA

Tres momentos, claramente identificables, encontramos en el siglo XX que minaron las bases de nuestra identidad. En cada uno de ellos encontramos la presencia perniciosa de los Estados Unidos. Estos momentos, principalísimos, que les permiten evaluarnos con los criterios que les da la gana y como les da la gana, son: la implementación de la Ley Torrens, la invasión de 1965 y la parecida casual aparición de la fiebre porcina africana de 1978.

La introducción de la fiebre porcina africana significó un fuerte golpe a la cimiente nacional y a la economía rural. Hay que recordar la proporción de la población rural y semi-rural que teníamos en ese año. Según fuentes, más del 75% de la población estaba en los rangos mencionados. Hay que recordar que en ese entonces, en muchos patios de los antiguos y nacientes barrios, muchas familias tenían dos, tres y hasta cinco puercos.

Esta crianza, sin lugar a duda constituía, la tradicional alcancía, la inversión por excelencia y el mejor soporte de nuestro pueblo antes las vicisitudes programadas y sorpresa, que presentaba la época. La estrechez económica en que vivíamos nos hacia contar con los cerditos para muchas cosas. De singular importancia es el rol que jugaban estos en el fortalecimiento familiar. En diciembre se solía asar el marrano que durante todo el año se preparaba para la ocasión. A la mesa, se solía sentar toda la familia, inclusive los hijos que, con sus familias, habían hecho tienda aparte.

El cerdo ha jugado un rol tan importante en nuestra historia que, muchos lo consideran el soporte económico sobre el que se basó el surgimiento de la dominicanidad. Es difícil contradecir a quienes así piensan. La pobreza en que se sumió nuestra isla cuando España vio mejores posibilidades económicas en México y Perú y sobre todo, las consecuencias de las “Devastaciones de Osorio” empujaron a que la montería fuera de las actividades más importantes durante el proceso formativo de nuestra nación. Hasta no hace mucho tiempo, la caza del cerdo salvaje estuvo presente en algunos lugares.

¡Qué agradable era el olor del cerdo criollo! ¡Ni hablar del sabor! ¡Con agrado recordamos el celo y cuidado con que se protegía la lata que contenía la manteca que se recogía el cerdo y que servía para cocinar! ¡Entonces era difícil ver una persona gorda, menos obesa! ¡Si existía el colesterol, no era del conocimiento de la población! ¡Qué agradable era la solidaridad entre los vecinos que se enviaban pedazos de carnes del animal sacrificado. En la ciudad se pasaba, además, platos de comida por las palizadas.

Durante mucho tiempo la carne de cerdo constituyó la principal fuente de proteína de la población dominicana. A partir de 1971, se vió la necesidad de ampliar la producción y cambiar el método de crianza. Para esto se importaron las razas porcinas York-Shire, Landrace, Large White, Duroc y Centinela y se comenzó a incentivar una cultura de granja. Ya para 1978, cuando comenzó la fiebre porcina africana, la producción de este animal había aumentado mucho. Se cuenta que las primeras manifestaciones de esta enfermedad se rastrean en una granja de Villa Mella.

El 1978, puede considerarse el año de mal intencionado de la fiebre porcina. Los países afectados por la enfermedad fueron: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay, Venezuela, Haití y la República Dominicana. Casi todos estos, presentan la misma causa de penetración del mal: la alimentación de los animales con restos de comida de los aviones que llegaban a nuestros países.

Pareciera que de forma expresa se utilizó el sistema de transporte de los aviones para quebrarnos la producción de carne de cerdo. El laboratorio que hizo los análisis, en casi todos los casos, fue el Plum Island. Al principio aquí se pensó que el mal que afectaba a los cerdos era el conocido Dandy. Mientras se determinó que no era esta la fiebre porcina se expandió, creando gran mortalidad en la población porcina de todo el país. Los laboratorios de veterinaria de la UASD fueron los que determinaron que era fiebre africana. El 5 de julio de 1978 se dio la confirmación de la enfermedad por el laboratorio norteamericano.

Parece que de nuestro país la enfermedad penetró a Haití donde hizo estrago. La medida que adoptaron las autoridades dominicanas fue la eliminación total de la población porcina. Hay que hacer notar que pocos países adoptaron medida tan estricta. El programa de erradicación de la fiebre porcina africana se convirtió en uno de los más mendaces que se haya implementado aquí. En el pueblo se recuerdan las francachelas que en torno a este se hicieron en las diferentes provincias.

El Banco Agrícola fue el encargado de la compensación a los campesinos por las pérdidas. Para esto se recurrió a los recursos de los bonos emitidos por la Ley 909 del 11 de agosto de 1978. En esta fase no pocos fueron engañados. En la siguiente fase, en el redoblamiento, principalmente, fueron favorecidos aquellas personas que estaban en asociaciones, lo que dejó a la mayoría de campesinos fuera de esta opción. Este redoblamiento solo favoreció a los granjeros norteamericanos y a los productores de alimentos balanceados para animales. Tuvimos que cambiar la cultura de crianza de cerdo. Aumentó en gran proporción el kilo de carne y se le hizo difícil al campesino adquirir una marrana para criar.

La inversión que hicieron el AID y el BID para la eliminación y posterior repoblación de cerdo es insignificante en relación a las pérdidas de los campesinos y el gobierno en compra de animales y alimento para los mismos. En Haití, la eliminación fue financiada por los Estados Unidos, México y Canadá. En el país vecino la erradicación comenzó en 1982, Las pérdidas allí fueron enormes. Las consecuencias de la penetración de la enfermedad y las posteriores políticas de eliminación y redoblamiento todavía las sentimos.

Las consecuencias de la desacertada o maliciosa política para enfrentar la fiebre porcina africana, todavía las sufrimos. Para nadie es un secreto que en aquel momento fue que de forma más clara los más pobres comenzaron a valorar a los funcionarios y políticos que nos dirigen. El desgobierno se hizo presente. Se aceleró el desplazamiento del campesino a la ciudad y al exterior. Grupos de personas con ciertos niveles académicos vieron su posibilidad de sostén económico, sacándole provecho, a través de las ONGs, a la pobreza y la miseria que se genera.

En toda la isla se da un movimiento fuerte de personas. Las ciudades crecen.. Los viajes en yolas hacia Puerto Rico constituían la única esperanza de nuestra gente. De momento “engancharse a la guardia y a la policía” vino a constituir la entradita que significaba el cerdo. Más luego, ser maestro se convirtió en la actividad que mayor seguridad daba en el país. Los haitianos se desplazaron al campo dominicano, sobre todo cuando nuestros campesinos abandonaron sus predios para irse a las ciudades.

El sector más afectado con los engaños de la eliminación y repoblación porcina a quien más afectó fue a la juventud. Más grave se le tornó la situación cuando la malvada capitalización le da el golpe de gracias a la industria azucarera y todas las otroras empresas de CORDE. A partir de allí comienza una etapa de cacería, linchamiento a la juventud. A esta política se le ha llamado “intercambio de disparo”.

Nuestro país, según algunos organismos internacionales, ha estado creciendo de forma continua durante muchos años. Los más pobres, la verdad, es que no sienten ese crecimiento. Es cuestionable la modernización que presenta el polígono central con todas sus torres, cuando a los pobres cada vez se le torna difícil hasta come. Igual que la dirigencia haitiana, la dominicana se ha desentendido de su pueblo. Poco a poco, aquí se van creando castas que encontraron la forma de tenernos muerto de hambre y conformes.

La participación del AID y el BID en ningún momento se encaminaron a una ayuda real. A los países con esta enfermedad se les hizo préstamos. En ningún momento se averiguaron sobre las procedencias de este mal. Mucho menos de cual o cuales aviones las fue llevando a nuestros países. Hubo acusaciones en el aire a multinacionales no especificas por parte de de ciertos sectores en algunos países. Esto se quedó así.


Gerson de la Rosa