martes, junio 09, 2009

¡AY DOMINICANA!

¡AY DOMINICANA!

Hoy tus dirigentes políticos discuten una nueva constitución. Se atreven a plantear el valor de la vida en esa pieza. Tal vez les habla sus conciencias por la importancia que le han dado a la vida de tantos jóvenes que cada vez se sacrifican en las calles. Quizás de su interior les surge esta idea para recordarles que si bien los mozalbetes tienen derechos a nacer, por igual deben tener derechos a realizarse en la vida que se le permitió. Los hacedores de políticas deben recordar garantizar luego del nacimiento que tengan una familia y otros derechos que los hagan personas de bien.

Estas deliberaciones vienen a desviar la atención de todas las dificultades que atravesamos. Mientras esto sucede, los comerciantes aumentan los productos de primera necesidad, los funcionarios se aumentan los sueldos y aumentan la corrupción. Todos los servicios y la sociedad se desmoronan, la familia se divide, el sistema educativo y la juventud andan dando ¨tumbulasos¨.

¡Qué democracia que nos está costando cara! Lo más preciado, lo que nos puede causar orgullo, lo estamos matando: la dominicanidad. El reconocimiento de los derechos individuales, lejos de liberarnos nos sume cada vez más hondo ven la sinrazón del individualismo. No nos permite ver los derechos del otro. Nos convierte en opresores despiadados. Nunca como hoy la historia recuerda un periodo en que hayamos sido descalificados por nuestros iguales.

El cambio a una economía de servicios ha sido catastrófico para la nación, su cultura y la cosmovisión del dominicano. A diferencia de como era este último hace quince años, hoy es irreconocible. Ese ponernos en el lugar del otro para entenderlo se esfumó. Esa furia que afloraba al ver el abuso nos extraña. Ese interés en ayudar al necesitado que teníamos al frente, lo estamos buscando. Somos otro pueblo, sin intereses comunes, donde cada cual hace o dice lo que quiere, siempre movido por su interés personal inmediato.

Los intereses inmediatos, de moda y particulares ya afectan la cimiente de la nacionalidad. Ahora no solo los políticos, los más perversos de la sociedad, están prestos para deshacer y destruir lo que tanto nos costó construir y nos identifica. Se cuentan por "balsa" las ONGs donde se congregan individuos que hacen las veces de ecos de las ideas liberales que surgen en los países que pagan estas instituciones.

La familia, corroída por el ¨realenguismo¨ y la irresponsabilidad está colmada de una situación que ya agobia. Lamentablemente hemos creado unos padres que dicen que educan, pero... la verdad es que no ponen atención a sus vástagos y menos enseñan valores. Los dejan sueltos para que estos hagan y deshagan. Lo interesante de esto es que las exigencias que no se hacen a sí mismo, se las hacen a otros. En sus casas los hijos aprenden a ser legalistas a demandar, defender sus derechos y olvidar sus deberes.

La falta de credibilidad nos ha convertido en seres esquivos, desconfiados de todas iniciativas. En cada una de esta vemos el espejismo de la "búsqueda". La falta de credibilidad, inutiliza los valores, los símbolos y las instituciones. La duda se ha adueñado de los mecanismos de ascenso social, político, económico e intelectual. Lo único que no hemos cuestionado y que más bien ha aumentado su valor es el dinero.

Estamos atrapados en un círculo de corrupción que cada vez se agiganta, con la incorporación de más y más dominicanos en su accionar. En esta situación, se nos estruja, lo importante es sobrevivir. No importa si para esto engañamos, robamos, nos aprovechamos o matamos a otros. ¡Cada cual debe rascarse con sus propias uñas! Las mayorías de las instituciones creadas para defender los derechos de los ciudadanos más bien defienden los lujosos sueldos que devengan en esos lugares.

El sistema político ha demostrado incapacidad de aportar ideas y hombres pro-pueblo. Este último tendrá que exigirle o crear mecanismos que frenen el juego político que nos empobrece y empuja a la desaparición como pueblo. La nación no debe perecer en manos de estas clases política. Si estas no hacen esfuerzo por encontrarse en los objetivos nacionales, marginémoslos. Si nos engañan con promesas que luego no quieran cumplir desplacémoslos; busquemos a quien sirva.

Echemos un voto por el nacionalismo. Por el sano, que retoma lo mejor de nosotros y nos hace sentir orgullosos. Enseñemos a las jóvenes generaciones los elementos culturales y esos momentos de nuestra historia que nos hacen únicos, para que se sientan orgullosos.