miércoles, junio 20, 2007

NOS DESHUMANIZAMOS

NOS DESHUMANIZAMOS

Recientemente iba en una guagua. De esta, un señor pidió parada y al bajarse, en la acera, se cayó. La indiferencia del cobrador y de los demás pasajeros, me hizo añorar mi República Dominicana de diez años atrás. Igual que yo, una pequeñísima minoría, expresó el pesar que nos trae el moco se llame: modernismo, pequeño Nueva York o globalización.

El deterioro de las relaciones interpersonales que nos afecta es más que notable. Muchos que ayer vivimos verdaderas pobreza nos extrañamos por la actitud radical individualista que asume la mayoría. No somos pocos los que sobrevivimos por la solidaridad o asistencia que significaba pasar un plato de comida por el patio. Tiempos de verdaderas carencias fueron superados por la cercanía y la hermandad, la actitud positiva al otro, que primaba.

Parece que hace una eternidad que la educación era cuestión de todos. No es así. Hasta hace poco cualquier persona mayor de la comunidad tenía la posibilidad de “dar una pela”, castigar o aconsejar si, siendo niños, se nos encontraba haciendo cualquier travesura. Teníamos que respetar, a diferencia de hoy, si no queríamos que la pela o el castigo fuera por partida doble. Todos coadyuvábamos en tener individuos más humanos, menos resentidos. El abandono de este estilo de vida y la imitación de otros, nos trae más que pesares.

Todo conspira contra la armonía y la vida acorde a como nos enseñaron quienes sí sabían criar. La influencia de otros estilos de vida, sobre todo a través de los tantos nacionales que viven en E.U., donde por lo que vemos, crían de una forma libertina y Europa. Por igual, arremete contra lo que somos, la asunción de ciertas leyes que contradicen el nivel de desarrollo que tenemos, niegan las características que nos impone el clima en el que vivimos, las condiciones históricas que generaron el tipo de familia que en algunos lugares se resiste a desaparecer.

La respuesta de los políticos y del sector pensante de la sociedad que se ha acostumbrado a parasitar en las ONGs, ha sido agenciarse la aprobación de leyes, imponer el raciocinio de la irresponsabilidad familiar y social. No pocas leyes impuestas por la presión directa de otros países o de sus representaciones en la llamada “Sociedad Civil”, han desarticulado la familia, enfrentado a sus miembros, aumentaron la actitud histórica irresponsable de buena parte del hombre dominicano y sumado una actitud parecida por parte de la mujer; han hecho desaparece el centro de equilibrio de lo que debe ser una unidad.

Sin armonía y con papá y mamá enfrascados en la calle en ganar cada vez más dinero y con el poco tiempo que se encuentran en la casa discutiendo o disputando, los hijos se aprovechan: “andan como chivos sin ley”. Van a la escuela para no quedarse solos en las casas o, para evitar que se le pegue algún oficio. La escuela ha cambiado su rol de centro de enseñanza a cuestionados lugares donde se retienen las jóvenes generaciones y se les trata de cuidar y enseñar. Todas las responsabilidades de los padres son lanzadas a los maestros, con la triste salvedad de que estos son desautorizados por los muchachos, sus padres, muchas veces las autoridades de los centros, las educativas y todos.

Todo el que asume la educación de las jóvenes generaciones como un sacerdocio se les torna difícil asimilar ciertas posiciones y actitudes. ¿Cómo entender que para la mayoría del alumnado su maestro, no significa nada? Al entrar en un aula y saludar, los educadores ven la indiferencia, los regañadientes y en algunos casos en expresiones como “ahí viene este”, el don de ser de la educación. El apego y la defensa de sus derechos individuales de la forma más fiera por los escolares, va en consonancia con el desconocimiento de los ajenos. Esto crea una situación de perpetuo conflicto entre los alumnos en el cual se encuentra de por medio el maestro. La resistencia a las frases, normas de cortesía y el desconocimiento de los símbolos patrios se torna preocupante.

Sin educación hogareña es difícil, sino imposible, alcanzar ningún objetivo como nación. Sin aquella, es traumático poder alcanzar la deseada formación. Todo el esfuerzo que haga la escuela se diluye. Buena parte de los maestros dominicanos, al parecer, se han dado cuenta de eso: que sus esfuerzos son en vano y que mientras a ellos los sacrifican, otros de responsabilidades más directas, con sus hijos(padres) y con la educación formal, ganan buenos sueldos y se dan ciertos gustitos que a ellos les son vedados. La grave situación del cuasi-analfabetismo, más que la deserción escolar, que afecta nuestro sistema educativo, es consecuencia de esto.

El juego que permite a los adolescentes encarar dos roles en la vida, el de niños y el de adultos, crea serias dificultades. Aunque a ciertos sectores, fácilmente reconocible, les trae beneficios metálicos inmediatos, a ellos no. ¿Quién no ha visto o escuchado las expresiones, los gestos de muchas escolares de 12,13 y 14 años al pasar un hombre en un vehículo de lujo? ¿Para quien son extrañas las expresiones y acciones libertinas y malcriadas, en los centros educativos, frente y contra sus padres, maestros y autoridades escolares? Cuando se trata de responsabilidad y compromiso, por la carga que esto conlleva, se recurre a la niñez. ¡No exijamos mañana, lo que nos negamos a sembrar hoy!

La errada interpretación de la igualdad entre los individuos, ha creado una situación de irrespeto y grosería que cada vez cobra más vida. La falta de la enseñanza o imposición, en las casas, por los padres, de las normas de cortesía y del respeto al otro, es la raíz de la mayor cantidad de conflicto en al diario vivir. “Andamos llevándonos el mundo por delante”. Todo el que se nos atraviesa en nuestro trajín, nos lo llevamos por delante, lo tropezamos, lo ofendemos, injuriamos. ¡Lo más bonito, si el agraviado protesta, se queja o exige por nuestro maltrato, inmediatamente brota de nosotros ese animal que no fue domado en la infancia: traemos desgracias a otros y a nosotros.

No importa lo pacífico que usted sea, hay abusos que a cualquiera compromete. Lamentablemente, la actitud altanera que asumimos con relación a otros, no obtemperamos en ella, a menos que nuestro agraviado de señal, rápido y decidida, de poder infringirnos daños. Los esfuerzos de las autoridades desarmando a la población serán vanos si no se ataca esta infravaloración que tenemos uno con relación al otro. Mientras persista en nuestras cabezas la idea de que la realización personal y social esta en la obtención, como sea, de dinero para cubrir las necesidades inmediata y perentorias (darnos la gran vida), los unos seremos tiranos de los otros; las calles serán escenarios de muchas más muertes.

Dificulta aun más la interrelación y la convivencia la creencia de que el otro es quien debe cuidarse de nuestros desmanes. Rara vez se asume responsabilidad por lo que hacemos. ¡Adquirimos una habilidad asombrosa de reflejar nuestra culpa en los otros! Así, como el sueldo no alcanza, muchos padres justificamos el bebérnoslo y hacer más pesarosa la vida de los miembros de la familia y luego, echarle toda la culpa al gobierno. Si en las calles te choco, tú eres el culpable por atravesarte en mi camino. En los acuerdos cotidianos en los que hay de por medio dinero a cambio de algún servicio o trabajo, siempre hay que estar a la expectativa, si te dejas engañar eres un “pariguayo”, un tonto.

En esta maraña de contradicciones, se desenvuelve la vida el dominicano. La falta de cohesión en cuanto a intereses comunes, hace que los más “avivatos” (habilidosos) y los gobiernos se aprovechen. Unos, utilizando estas deficiencias para adquirir riquezas y los políticos a través de los gobiernos, desatienden los gastos sociales, utilizando estos recursos en politiquería y sueldos lujosos de funcionarios y otros. Aun así, son raros los casos de protesta de las comunidades. Cuando estas se escenifican, los grupos de poder y la prensa, se encargan de resaltar la parte de la violencia que les afecta y que ellos fueron incapaces de frenar con su capacidad de denuncia; se enteran cuando algún pequeño grupo decide luchar para que se les ponga atención a un problema de cualquier comunidad.

El alejamiento de los grupos que tradicionalmente se dedicaron a la defensa de los intereses nacionales y su incorporación a las ONGs, facilitó el descalabro familiar, moral educativo y la salud del dominicano. Es así que todos los movimientos, ya sean del gobierno o privados, surge la manida palabra de la “búsqueda”. Ya es tal la situación que si no existe la posibilidad de materialización de la palabra mencionada, muchos se niegan a trabajar, torpedean y frenan la realización de algunas obras en las comunidades. Aunque son innegables las realizaciones de algunas ONGs, las mayorías se han convertido en “pequeñas terneras” donde parasitan los individuos ya mencionados, haciendo investigaciones por encargo, pequeñas obras y ganando jugosos sueldos.

Nos creemos merecedores de los más altos honores y facilidades. Pero, nos negamos a admitir lo mismos para los otros. Si pensamos en trabajo, aspiramos a los mejores puestos. Si es a sueldos, en nuestras mentes, hacemos cálculos que sobrepasan la preparación que tenemos. Diferente es el caso, cuando se trata de los otros. Ellos pueden vivir todo un mes, con menos de lo que me cuesta una cena cualquiera. Alegamos de todo. Inclusive, externamos que no somos culpables de que los otros no se hayan preparados! Cada vez que comemos, creemos que el mundo comió! Cuando la miseria, creada o aupada por nosotros, toca nuestras puertas en forma de violencia, nos alarmamos.

Ofrecer soluciones ante este círculo vicioso es difícil. La incorporación de la generalidad de la población a un mundo que impone ser práctico, que acorrala, que se queja de la violencia, pero genera esta, crea escepticismo. Entre los más ilusos y olvidados surgen ideas de la necesidad de un “gobierno de manos duras”, que vele por el respeto a la vida, por una mejor distribución de las riquezas y sobre todo que mantenga viva la tea que encarna los ideales de los forjadores de la patria.