viernes, junio 11, 2010

TIEMPO DE CALIDAD

TIEMPO DE CALIDAD

La frase “tiempo de calidad” es una de las tantas expresiones preconcebidas de esta época, utilizada por padres y tutores para justificar su irresponsabilidad. Estos breves y furtivos momentos con sus hijos son utilizados para malcriar, consentir e inculcar en sus vástagos la defensa de sus derechos y la ignorancia de sus deberes. Otros deben asumir las consecuencias de este desbalance. Esta es una de las principales cimientes de la actual violencia que carcome la sociedad.

Aquellos niños cuyos progenitores tienen solvencia económica, desde que tienen conciencia de ésta, tratan con desprecio a todo el que depende de ésta. Sirvientas, amas de llaves, choferes, nanas, asistentes, profesores y demás, son testigos y sufren la altanería de quienes algunos ratos en la semana o el mes, reciben tiempo de calidad.

Es difícil lidiar con individuos que desconocen o, su don de ser es ignorar el principio de autoridad. Cuando los hogares se convierten en casas por donde pasan sus miembros y no hay cohesión, cada cual hace lo que quiere. La desarticulación de la casa pasa a la comunidad y a los centros educativos. Los hijos que han convertidos en verdaderos dolores de cabeza, los lanzan a profesores a quienes les hacen exigencias que no se hacen a sí.

En la segunda mitad de la década de los setenta del siglo XX en nuestro país comenzó una crisis familiar que se extiende. Esta se expresa por el número exorbitado de divorcios que dejaron sus huellas en el periódico “El Nuevo Diario”. Todos vimos el descalabro de la familia dominicana. Aún hoy, pocos nos referimos a ese tan acuciante problema. El mal llamado “tiempo de calidad”, es una actitud acomodaticia asumida como consecuencia de esa gran crisis familiar.

Aquí poco estamos dispuestos a asumir responsabilidades. Todos decimos que queremos que se retomen las instituciones. Cuando esto nos afecta en lo personal, somos los primeros que las prostituimos. Esta indecisión de la población permite a los políticos que jueguen con las medidas para la solución de los graves problemas nacionales. Incontables y complejas son las dificultades que acarrean la crianza de individuos independientes y con tiempo de calidad.

Quienes tienen infantes en centros educativos habrán contactado de qué hablamos. Sin interés de ofender, es difícil dejar a su prole, junto a otros, sin asear, sin peinar, con fiebre, visible gripe, piojos y erupciones contagiosas en la piel. Esa es la crianza con independencia de la cual nos hablan. Crece el número de padres que se van a colmadones y colmados a ingerir bebidas alcohólicas con sus hijos a los cuales sueltan realengos, mientras ellos sociabilizan. ¡Qué tiempo más de calidad el que dedican!

Hemos hecho una religión de la defensa de nuestro derecho a trabajar. Las parejas no se ponen de acuerdo. Cada cual de la forma más abierta lucha y defiende su derecho. Los de los hijos, se obvian. Nadie se quiere matar por nadie. Estos en muchos casos son bisagras, que cierran y abren puertas. Casi siempre salen a flote como elementos de presión cuando ya son insalvables los matrimonios. Con ligeras variaciones continúan las dedicaciones hacia estos de los tiempos de calidad.

Las exigencias económicas hay son mayores que ayer. Si bien tenemos poco tiempo para dedicarlo a nuestros hijos, no desautoricemos a quienes nos ayudan con esa noble labor. Si en verdad queremos una sociedad más humana y sana, debemos echar a un lado el egoísmo. Debemos crear espacios y familias, en los que esta se desenvuelva, más íntegros. Cada uno debe saber que si bien tiene derechos estos están aparejados con deberes y que uno no se sostiene sin el otro. Debemos cultivar el amor a la familia y a la patria cultivando y reverenciando la cultura autóctona, compartiendo las manifestaciones de éstas con nuestros hijos. Gerson de la Rosa