jueves, noviembre 10, 2011

RESPNDIENDO EL QUÉ, CÓMO Y PARA QUE LA EDUCACIÓN

RESPONDIENDO EL QUÉ, CÓMO Y PARA QUÉ DE LA EDUCACIÓN

Bien hecho y bien dicho. El pueblo dominicano no merece y los sectores que solicitan el 4%, están de castigo hasta que contesten, ¿qué se enseña?, ¿cómo se enseña? y¿ para qué se enseña? La partida que recibe educación no es más que para contener una posible crisis social de los sectores que de allí comen.

Hace mucho que el presidente Fernández sabe esto. En público y de forma explícita, no lo había expresado. El y su grupito, supieron contestar las interrogantes y todos podemos ver sus capacidades de penetración e inserción en las estructuras de poder. La actual circunstancia exige de individuos hipócritas y camaleónicos. El sistema educativo no ha podido cumplir con esas exigencias.

Por esto, el papá, el que trabaja, sin cumplir con su función de orientar hacia donde ir, nos pone de castigo. Una vez más la hipocresía y la simulación tuercen el poder abordar desde una óptica dominicana, desde las posibilidades y sinceras, las deficiencias del sector educativo como principales retrancas del sostenimiento y desarrollo nacional.

La graduación de 600 jóvenes en la especialidad de tecnología de software, parece que emocionó al presidente. Lo hizo hablar. En ese momento parece que él olvidó que hay una realidad en la que nos desenvolvemos, que tenemos una idiosincrasia y que si no somos capaces de poner los conocimientos al servicio de la sociedad, éstos no tienen sentido. Más que ayudar, pueden entorpecer a la comunidad.

Situaciones como la actitud de los padres y escolares ante la escuela y educadores, obstruyen la disposición y el proceso enseñanza-aprendizaje. No es posible educar sin una confianza de parte de quien manda a estudiar y una postura de acogimiento de quien se supone debe recibir el pan de la enseñanza. No es justo seguir mostrando al educador como el malo de este proceso. Este es un verdadero mal en nuestro sistema.

Lejos de subsanar los males que arrastraba el sistema educativo, el primer “Plan Decenal”, por los intereses mezquinos envueltos allí, agravó el problema. La situación en que ha caído la escuela lo señala. Los informes internacionales nos lo enrostran. Estamos muy, pero muy, mal. En una cultura todavía oral, para complacer al Banco Mundial, se prohibió la repitencia en los primeros grados de primaria. Se obliga a los maestros a promover sin que el escolar esté mínimamente alfabetizado. Los resultados son que muchos de éstos terminan la escuela y aún no llegan a alfabetizarse.

De los logros innegables de aquel fatídico “Plan Decenal”, se puede nombrar la progresiva politización del sistema educativo. Hoy es difícil encontrar una escuela, ya no sólo las regionales y distritos educativos, que no esté regida por un miembro del partido de turno. La misma circunstancia se manifiesta con el personal de apoyo. Se han inventado unos concursos que no hacen más que justificar la mentira. A través de mecanismos creados se van presionando a los maestros para sacarlos de las aulas y concluir el proceso de descalabro de la escuela.

Estas situaciones no las toca nuestro presidente. Tienen poca valía. No nombramos el seguro de maestros y la cooperativa, que son fundos colonizados por avivatos o asociación de vivos muy cercanos al partido que él dirige. ¿Con todos esos problemas, puede funcionar un sistema educativo? ¿Se pueden esperar buenos resultados? ¡Es claro que el dinero que se destina a este importante ministerio, más que una inversión, es un gasto! ¡El país no debería darse ese lujo!
El sistema educativo que tenemos, si se despolitiza, podría mejorar. Se impone, además, el sometimiento a un código de ética y a procedimiento claros en el quehacer educativo. El gobierno debe entender que sus mejores recursos están en las aulas. Se impone deponer las políticas que encaminan a desencantar al magisterio. Con esto buscan poner a los suyos. La escuela debe recobrar su rol de centro de enseñanza, concienciación y desarrollo de las jóvenes generaciones. ¡No podemos limitarnos a pensar hacer creer que con enseñarles a leer, escribir y sumar, además de una profesión práctica concluímos! ¡Si no logramos de cada uno de nuestros alumnos un ser humano comprometido con su comunidad y país, no hemos logrado nada!